El vino es un producto que hay que tratar con cuidado, sobre todo en lo que se refiere a su conservación y temperatura de servicio.
Para disfrutarlo al máximo, aprovechando al máximo sus aromas y sabores, hay que pensar con antelación y servirlo a la temperatura adecuada. ¿Quién no ha pedido alguna vez una buena botella de vino tinto en un restaurante y la ha visto llegar a la mesa fría y cubierta de condensación?
¿A qué temperatura debo beber un vino?
Para apreciar plenamente un vino, es importante conocer algunas reglas generales sobre las temperaturas de servicio:
- Tintos opulentos y tánicos: 16 - 18°C
- Tintos finos y elegantes: 14 - 16°C
- Tintos ligeros, para beber jóvenes: 12 - 14 °C
- Blancos grasos y opulentos: 11 - 14 °C
- Blanco seco: 9 - 11 °C
- Blanco dulce o almibarado: 10 - 12 °C
- Rosado: 9 - 12 °C
- Champán de aperitivo: 7 - 9 °C
- Champán de añada: 12 - 14 °C
¿No tiene bodega?
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Más en serio, unas horas antes de servir, coloque la botella en un lugar donde la temperatura corresponda a la óptima para su vino en función de las temperaturas indicadas anteriormente.
¿Tiene una bodega? ¡Qué suerte!
Aproveche al máximo la capacidad de su bodega para mantener el vino a la temperatura ideal hasta el momento de degustarlo.
También puede optar por una bodega multitemperatura, un producto completo que le permite gestionar hasta 6 zonas de temperatura para proporcionar a cada uno de sus vinos el entorno óptimo para su conservación hasta el momento de su consumo.