Blancos, Tintos y… Rosados
Es evidente que las llanuras de las tierras montañosas no constituyen los mejores terroirs vitivinícolas. Sin embargo, al ganar un poco de altitud en los primeros contrafuertes de los valles, se encuentra un verdadero mosaico de terroirs plantados con variedades locales que permiten la elaboración de vinos de calidad.
La producción de estas regiones está dominada en gran medida por los vinos blancos, pero no hay que descuidar la gama de vinos tintos y, por qué no, la de los rosados. La ventaja de estos últimos es que se combinan muy bien con las recetas locales, aportando un toque de frescura que se agradece para la digestión de estos platos contundentes.
El Jura y Saboya
El Jura y Saboya producen vinos de esquí en los tres colores. El Jura, con su denominación Arbois, es sin duda la más característica de estos vinos de montaña.
Blancos
Los blancos de ambas regiones, por ejemplo, son buenos compañeros de los quesos, pero también de todos los platos en los que el queso es el ingrediente principal:
- Con un reblochon, un beaufort o un vacherin, prefiera una denominación de Saboya como la Roussette de Savoie o un Crépy.
- Y con una raclette, un Arbois blanco o un Crépy serán perfectos.
Tintos
Los tintos se disfrutan con embutidos de montaña, carnes a la parrilla o en salsa, e incluso con caza.
Otra ventaja de estos vinos es su precio: a menudo no superan los 10 €.
Los Pirineos
Aunque se puede disfrutar de las estaciones de esquí cercanas, los viñedos no son, propiamente dicho, productores de vinos de montaña. Sin embargo, una estancia invernal es una nueva oportunidad para degustar las buenas botellas de la región.
Además, para convencer a los escépticos, se ha puesto en marcha una iniciativa muy inteligente, Juran’Gliss, en la estación de esquí de Gourette, en los Pirineos Atlánticos. Permite a los afortunados esquiadores descubrir los viñedos y participar en una degustación gratuita y una feria del vino en… altitud.